Smart cities: Negocio, Poder y Ciudadanía (II)

15 febrero, 2016

(Viene de parte I)

II. Tecnologías y Bienes comunes. O como hacer posible socializar los usos de las tecnologías informacionales.

Un geógrafo y urbanista, Michael Batty, en un artículo de 2013 (Dialogues in Human Geography) analiza las bases de datos sectorializados y constata que no permiten entender las dinámicas urbanas. Considera indispensable conocer los movimientos de la población y las movilidades urbanas y relacionarlo con la evolución de los usos y los precios del suelo. A partir de lo cual pone en cuestión las bases de datos, el Big Data y le contrapone el Data City producido desde la base por parte de los actores urbanos. Y advierte del peligro de la concentración de la información en las cúpulas de los poderes políticos y económicos que en muchos casos, conscientemente o no, presentan las informaciones de forma tal que no se pueden deducir los factores causales de los procesos urbanos. No basta que exista la información, es necesario participar en la producción de la misma. En la la sociedad industrial capitalista, basada en la acumulación del capital, los propietarios del mismo poseen las infraestructuras y los productos materiales y lo convierten todo en mercancía, incluso el trabajo humano. En la sociedad informacional las infraestructuras, Internet y Webs, las autovías de comunicación y los contenentes o soportes de la producción inmaterial, son, o deben ser consierados, de naturaleza pública. Lo cual no impide que el marco económico y jurídico existente tiende a privatizar los usos de la información.

La tecnología informacional nace a partir de dos bases que legitiman el “bien común”. Aparecen y se desarrollan en el ámbito público y con un protagonismo destacado de sus creadores a partir de su capacidad innovadora. La cultura en la que emerge esta creatividad no tiene nada que ver con el capitalismo industrial, procede más bien de una cultura humanista y postmoderna, individual y relacional, libertaria y no institucional, de organización horizontal y de rechazo a la concentración del “capital inmaterial”. Valoriza la libertad individual y las comunidades de base, el acceso universal a la información y la multiplicación de lazos sociales, promueve la creatividad y rechaza la propiedad privada sobre los bienes inmateriales. Pero la realidad no es tan justa y benéfica como sus promesas.

Veamos primero lo más elemental: el acceso a la información y al conocimiento. Se impone la tendencia a la centralización de la información y a las consiguientes limitaciones de acceso. Las administraciones públicas son muy reticentes a facilitar una parte importante de la información. Las empresas privadas, incluso las que gestionan servicios públicos o de interés general, mucho menos.El caso de IBM y su campaña de Smart Cities son el ejemplo más expresivo de la voluntad de excluir a la ciudadanía. Incluso las Universidades si bien ofrecen productos de conocimiento (como acceso a las tesis de doctorado o maestría, o los moocs) no informan del todo sobre las condiciones de producción del conocimiento: financiamiento por empresas privadas y las condiciones que imponen, remuneraciones reales del personal directivo y de los altos niveles académicos, controles ideológicos y económicos de las líneas de investigación. Un caso escandaloso es el control que una oligarquía económica-académica, vinculada a los organismos financiadores de la investigación, controla los comisiones teóricamente públicas que seleccionan los proyectos de investigación (es el caso de la Unión Europea) y también los comités directivos de las revistas indexadas (la mayoría norteamericanas) que condicionan las carreras académicas. En cambio los investigadores y productores de información, sean del ámbito académico, profesional o social y las organizaciones o comunidades de base han promovido las normas que facilitan el acceso a todos los productos inmateriales.

El acceso a la información y al conocimiento puede hacer morir de éxito. La acumulación de datos brutos y de informaciones sobre los conocimientos e ideas es enorme. El crecimiento es exponencial. Por ejemplo Google se sostenía con 40 000 servidores en 2004, un millón en 2007 y es probable que ahora supere los diez millones. Por lo tanto hay que hacer un gran trabajo muy creataivo para facilitar el acceso a los datos que desea el usuario y los significados que permitan la comprensión de los aspectos de la realidad que interesan. La acumulación de información, la complejidad del acceso y la pobreza de los elementos interpretativos hace que la ciudadanía acabe más confusa y menos informada que en el pasado. De todas la prioridad hoy es garantizar el derecho a la Open Data, el acceso a toda la información y productos de conocimiento acumulados en las administraciones públicas, las aportaciones científicas y culturales y las empresas públicas en la medida que su producción es de interés general o se beneficia directamente del entorno territorial o cultural en que están insertas. El acceso a la información y sl conocimiento es un bien común. Hay una restricción: el derecho a la intimidad. Los datos personales, excepto los que tienen carácter público (pasaporte, dirección legal, tarjeta de seguridad social, etc), deben ser preservados si la persona no lo autoriza. Este derecho tiende sin embargo a ser vulnerado por ejemplo por las empresas para definir públicos-objetivo de la publicidad. Y, peor aún, el acceso a los datos personales facilita al poder político controlar a la ciudadanía y si es el caso reprimir a los opositores políticos, a los activistas sociales y los practicantes del pensamiento crítico. Es una parte negativa de la sociedad informacional.. Pero la parte positiva, real y potencial, puede ser libertadora.

Las tics son, o pueden ser, hoy un instrumento democratizador de la democracia. A pesar de las limitaciones debido al carácter embrionario de los usos y aplicaciones de las tics (tecnologías de información y comunicación) y de las tensiones que se generan entre la población, o los colectivos sociales más implicados, y los poderes públicos y económicos, el desarrollo de las tics y la progresiva socialización y empoderamiento por parte de la ciudadanía ofrece una oportunidad democratizadora. Los usos sociales de las tics son hoy un instrumento de resistencia a los poderes dominantes y de alternativas políticas, económicas y culturales. Las comunidades ciudadanas y las redes sociales son un instrumento potente de control, de crítica y de denuncia , de reividindicación y de propuestas. Son o pueden ser un contrapoder, crean tejido social, se hacen fuerza colectiva. En segundo lugar las tics son un medio para promover la economía compartida y la ciudad colaborativa. Se multiplican principalmente formas de consumo de bienes y servicios, de reparación y de producción, de construcción de pensamiento compartido, de crítica a los modelos políticos y económicos, de creación de nuevos espacios de vida colectiva y de síntesis de las tradiciones o elementos locales con las innovaciones culturales. En tercer lugar los colectivos tienden a articularse, se complementan o se solidarizan unos con otros en territorios locales o regionales. Su propio desarrollo lleva a plantearse un pensamiento global y a generar articulación en ámbitos cada vez mayores. Hubo un tiempo en que se pretendía pensar globalmente y actuar localmente. Un discurso progresista pero marcado por un pensamiento vanguardista (up down).. Ahora se invierte la práctica intelectual y política: : se piensa local y se actúa globalmente (bottom up).

(Continúa en III)

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Autor / Autora
Jordi Borja Sebastià
Profesor Emérito y Presidente del Comite Académico del Máster Universitario de Ciudad y Urbanismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona y Geógrafo urbanista por la Université de Paris-Sorbonne. Ha ocupado cargos directivos en el Ayuntamiento de Barcelona y participado en la elaboración de planes y proyectos de desarrollo urbano de varias ciudades europeas y latinoamericanas. Fue Presidente del Observatorio DESC (derechos económicos, sociales y culturales). Website
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