El derecho a la ciudad como reclamo de la vida urbana

5 febrero, 2019
Foto: Alan Greig / Flickr

El mundo es cada vez más urbano. El 54 % de la población mundial vive en ciudades y la tendencia crece en todas las regiones. Semejante concentración de seres humanos en áreas densas supone grandes retos para las políticas públicas y también una paradoja.


Actualmente las ciudades y sus áreas metropolitanas concentran la mayor parte del capital financiero y humano, pero también los más acuciantes problemas sociales. Al mismo tiempo que hay personas que viven intensas vulnerabilidades bajo dinámicas y factores excluyentes; también el espacio urbano permite el encuentro, la politización de las demandas, el tejido de redes y el protagonismo ciudadano del que nacen la mayoría de las innovaciones sociales y políticas. No en vano la ciudad es el espacio donde se afincaron y se expandieron a lo largo de la historia los derechos ciudadanos.

Asimismo, la consolidación de las metrópolis como espacios socioeconómicos significativos, expuestos a las altas presiones y dinámicas del capital global, convierte a la escala metropolitana en un desafío para las políticas públicas urbanas. Por eso, bajo el objetivo de la cohesión social y el desarrollo sostenible, se hace necesario replantear la cuestión de la ciudadanía como estatus de igualdad en cuanto a derechos y deberes del conjunto de las personas que habitan un territorio.

El concepto de derecho a la ciudad no es novedoso, pero está plenamente vigente. Su origen lo encontramos en una obra clásica del pensamiento urbano: El derecho a la ciudad, de Henri Lefebvre. Un ensayo publicado en 1968 que denuncia la crisis de la vida cotidiana en la ciudad europea a mediados del siglo XX. Lefebvre analiza la conversión de la ciudad en una mercancía, al mismo tiempo que hace explícita su dimensión política y transformadora.
La actualidad de la obra seguramente se debe a que define el concepto de derecho a la ciudad desde la potencialidad emancipadora que ella contiene. Se refiere al derecho de «crear» ciudad como un reclamo de la vida urbana. De esta manera, se centra en la capacidad de las personas que habitan la ciudad de transformarla, y de transformarse como sociedad por medio de ella. Su crítica a la ciudad capitalista da paso a la reivindicación de mirar de frente aquella crisis que analiza y crear una vida urbana alternativa, menos alienante y más gozosa, siempre conflictiva y abierta al futuro. No se trata de una mirada nostálgica, sino todo lo contrario: «romper los sistemas, y no para sustituirlos por otro sistema, sino para abrir el pensamiento y la acción», dirá en las primeras páginas del libro.

El término ciudad contiene una larga historia asociada a la búsqueda de significados políticos, especialmente si se trata de reclamos emancipatorios. «La revolución será urbana o no será», repite David Harvey en este siglo desde su perspectiva crítica al capitalismo. Y, al igual que Lefebvre, identifica el germen transformador de las luchas urbanas en las múltiples prácticas alternativas que viven en la ciudad. Esas prácticas pueden generar espacios de posibilidad, de experimentación y transformación desde la praxis. Es en ellas donde se encuentra ese «algo diferente», que «no surge necesariamente de un plan consciente, sino simplemente de lo que la gente hace, siente, percibe y llega a articular en su búsqueda de significado para su vida cotidiana» (Harvey, 2013, pág. 15).

El derecho a la ciudad puede entenderse como un espacio de definición en lucha. Según David Harvey, se trata de un significante vacío y dependerá de quién le dé contenido y para qué. Las élites financieras y del urbanismo global pueden reclamarlo, pero también podrían hacerlo las personas migrantes y refugiadas, las pensionistas y desahuciadas. Por eso, hablar del derecho a la ciudad lleva inevitablemente a una lucha por la definición y las prioridades de esos derechos y por la ciudad en su conjunto.

Por otra parte, el derecho a la ciudad también parece involucrar otra gran reivindicación de los siglos XX y XXI y es la integración de las luchas por la producción y reproducción. Actualmente, la expansión de una forma económica que toma cuerpo en las ciudades mediante múltiples procesos de expulsión, como la gentrificación, la especulación, la violencia, la pobreza y la precariedad, pone en crisis la vida cotidiana y tiene especial impacto en la vida de las mujeres. El reconocimiento de los trabajos de cuidados y de la riqueza que generan se vincula a la ampliación del concepto de ciudadanía mediante el reconocimiento a su aportación y creación de valor. Se recupera, así, la idea de trabajo asociado a las tareas de sostenibilidad de la vida.
Desde esta visión, la ciudad centrada en la sostenibilidad de la vida puede aparecer como un reclamo explícito e implícito en múltiples acciones, intervenciones y propuestas políticas que conjuguen las luchas por la igualdad real de los géneros y la vida urbana plena.

¿Es el derecho a la ciudad una utopía? Tal vez, pero pensar la ciudad bajo este concepto tiene razones prácticas. Los movimientos sociales que se organizan a su alrededor parten de unos condicionantes cotidianos en muchos casos extremos. Los recursos naturales, sociales y económicos son diariamente apropiados por una lógica mercantil salvaje. La vida cotidiana en las ciudades del mundo es difícil y compleja para las mayorías. El derecho a la ciudad, entonces, bien podría ser un motor para respuestas alternativas y espacios de transformación social.

El ejercicio del derecho a la ciudad como proyecto político, lejos de ser una abstracción, es un reclamo de la vida urbana con el fin de satisfacer toda la variedad de valores de uso, recuperando la vida cotidiana y poniendo la sostenibilidad de la vida como centro de toda política. Una apuesta por democratizar la vida urbana, cuyo devenir en la concreción de derechos dependerá de dinámicas sociales, políticas y culturales.
En todo caso, el derecho a la ciudad funciona como un impulsor de experiencias que se levantan como espacios de oportunidad desde el hacer.

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Extraído de los materiales preparados por la autora para el curso de Gobernanza metropolitana, organizado por el Programa de Ciudad y urbanismo y Metrópolis, Asociación Mundial de las Grandes Metrópolis

Material completo disponible en el Repositorio Institucional de la UOC. http://hdl.handle.net/10609/91326 

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Autor / Autora
Mariela Iglesias Costa
Licenciada en Sociología, Máster en Políticas, proyectos y gestión de ciudades (FBG/UB) y Máster universitario en Ciencia política (UAB). Forma parte del equipo de Territoris Oblidats.
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