La nueva normalidad, el nuevo orden y el conflicto (que vendrá)

1 junio, 2020
Nueva normalidad Foto: Juan Plaza / Flickr

“El viejo mundo muere, el nuevo mundo tarda en aparecer y en este claroscuro surgen los monstruos” Antonio Gramsci

Señalábamos en el anterior post dos cuestiones básicas. La primera, que la crisis del COVID-19 había supuesto el derrumbe de la economía global. La segunda, un aviso: el aislamiento social tras el confinamiento (más de 10 semanas de confinamiento severo en Barcelona, por poner un ejemplo) debilitaría las redes de solidaridad popular y vecinal que habían surgido tras la crisis financiera del 2007.

Éramos prudentes, nos preguntábamos si el derrumbe sería temporal y, en ese caso, cuanto duraría. A día de hoy, las sospechas ya se han confirmado y en los foros internacionales hay consenso: convienen en atribuir la causa y la profundidad de la crisis al derrumbe -por inactividad- del mercado. En mi país, Catalunya, las cifras y los indicadores son incontestables. Pero seguimos sin saber cuanto durará.

Más aún, a pesar de la evidencia del origen antrópico del COVID-19, se mantiene también el consenso: la crisis no tiene su origen en causas endógenas al propio sistema capitalista, como sucedió en el 2007. Como si convertir todos los recursos naturales en mercancías fuera algo ajeno al modelo económico.

Y aún otro consenso radicalmente contradictorio con los análisis económicos: a pesar de la profundidad de la crisis, tras 10 semanas de colapso del mercado, se afirma que ¡¡todo saldrá bien!! La nueva normalidad revelada será la vuelta al estado de cosas anterior a la pandemia. Todo será igual que antes. Todo, menos algunas cosas.

Todo, menos algunas cosas:

El modelo medieval de confinamiento que padecemos ha reducido la actividad de los movimientos sociales y sindicales a una cifra cercana al cero y ha facilitado la desmovilización y el aumento de la desconfianza ciudadana en los poderes públicos.

Se han paralizado las áreas productivas del mundo, la movilidad global y, en consecuencia, el consumo masivo de sectores clave de la economía. En esa situación, capas cada vez más extensas (y de más países) de trabajadores están traspasado al umbral de la pobreza más extrema. En ciudades cliché del modelo de turismo depredador global, como Barcelona, se reparten miles de raciones de comida entre personas mayores, paradas o precarizadas, que se suman a las que ya dependían de los servicios de beneficencia antes del COVID-19. A pesar de los miles de desahucios que se han producido en los últimos años, las personas pauperizadas no pueden hacer frente a los pagos de los alquileres de la vivienda o de los gastos inherentes (luz, gas, electricidad). Las ayudas económicas y los subsidios públicos de los afectados por el cierre de empresas y de negocios llegan con cuentagotas.

La respuesta de los movimientos sociales a la pauperización ha sido la creación de redes de reparto de alimentos en los barrios, que se suman a los ya existentes en manos de la iglesia o de los ayuntamientos con finalidad meramente asistencial.

A su vez, muchas de estas entidades luchan por sobrevivir al aislamiento. Las iniciativas de carácter alternativo y cooperativo y las relacionadas con modelos de consumo y economía solidaria han perdido sus canales de distribución y buscan formulas para poder subsistir. Podríamos resumir que en esta la crisis sólo los más fuertes (las grandes empresas) están resistiendo y el autoempleo, el trabajo autónomo y la economía alternativa se están debilitando por la bajada del consumo y de la movilidad al no disponer de reservas de capital o de ahorro para aguantar la inactividad.

Decíamos que sería muy probable que las medidas de control desarrolladas durante la pandemia se quisieran seguir utilizando tras su remisión para contener la respuesta social. De momento, las capacidades del entramado público/privado para el control ciudadano, tanto desde el desarrollo normativo, como de la implementación de nuevas aplicaciones TIC, han crecido exponencialmente (v.g. las páginas de control de la movilidad de google o Apple). Mientras, la corriente autoritaria que sacude los cinco continentes se refuerza en la calle intentando capitalizar el descontento social.

A nivel internacional se promueven manifiestos progresistas en demanda de reformas globales del sistema y de protección del medio ambiente. A nivel local se proponen soluciones a los problemas que la ciudadanía ya tenía antes de la pandemia y que ahora se han agravado, como el acceso a la vivienda, la reforma de la sanidad pública, la reforma del modelo de turismo depredador o el desarrollo de políticas ambientales. Pero ante el vendaval global las propuestas, ni tan siquiera son locales sino sectoriales.

El conflicto social sigue latente y así seguirá hasta que se logre el control sanitario de la pandemia y la ciudadanía sea capaz de articular una respuesta global a los desafíos de la crisis post-pandemia y a la nueva normalidad y a sus monstruos.

Denunciaba Stéphane Hessel en el año 2010:

“El pensamiento productivista, auspiciado por Occidente, ha arrastrado al mundo a una crisis de la que hay que salir a través de una ruptura radical con la escapada hacia delante del «siempre más», en el dominio financiero, pero también en el de las ciencias y las técnicas. Ya es hora de que la preocupación por la ética, por la justicia, por el equilibro duradero prevalezcan. Puesto que los más graves riesgos nos amenazan. Y llevar a su termino la aventura humana en un planeta que podría volverse inhabitable para el hombre.»

Tardó todavía un año en cristalizar el movimiento 15M como alternativa global a la crisis de legitimidad democrática que siguió a la financiera de 2007. Todavía seguimos en aquel momento en el que las cosas nuevas emergen, pero en las que el viejo mundo se resiste al cambio y amenaza con desastres cada vez peores.

 


Psd: La semana pasada, en Catalunya, la empresa de automoción franco-japonesa NISSAN, que supone el 1,3 del PIB catalán, ha comunicado el cierre de sus instalaciones y el traslado su producción a otros países. Afecta a 3.000 trabajadores que serán despedidos y a más de 25.000 empleos indirectos de la industria auxiliar del automóvil del área de Barcelona. Alcoa, la multinacional norteamericana del aluminio, cierra sus plantas de Galicia y Asturias y despide a 700 trabajadores. !!Todo irá bien!!!

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Autor / Autora
Vicens Valentin
Profesor colaborador en la asignatura Ciudad, inseguridad y conflicto del Máster Universitario de Ciudad y Urbanismo. Licenciado en Historia General y Geografía, y máster en Política criminal y servicios sociales. Miembro del Grupo Motor de RISE (Red Internacional para la Innovación en Seguridad).
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