Para un uso ciudadano de los vacíos urbanos

1 marzo, 2013

[Artículo original en catalán por Raúl de Castro e Ismael Blanco en rubitv.cat]

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El estallido de la burbuja inmobiliaria ha dejado secuelas evidentes en la morfología de nuestras ciudades. Son cicatrices que se manifiestan de diferentes maneras: solares vacíos, edificios a medio construir, edificios terminados sin uso (públicos y privados), geografías urbanas indeterminadas. Todas estas modalidades de vacíos urbanos las encontramos también en Rubí. Son espacios que han acabado configurando una realidad muy distinta a la prevista cuando las grúas perfilaban el skyline de nuestra ciudad, espacios condenados a una degradación progresiva que a la larga pueden ser fuente de problemas.

El urbanismo conservador mira estos espacios sólo desde la perspectiva del riesgo. Acepta estos espacios-residuo sin vida como el resultado inevitable del fin de una etapa y, consciente de los riesgos que suponen para la seguridad y la salubridad, propone como única solución amurallar los mismos y tapiar los mismos, haciéndolos inaccesibles a la ciudadanía. Además de conservador, este urbanismo tiene un punto de ingenuidad, porque tiende a pensar que estamos ante un problema coyuntural, cuya solución aparecerá de forma espontánea cuando recuperamos los ritmos de crecimiento del pasado.

Hay una forma alternativa de afrontar este problema, que nace de la conciencia de que estamos instalados en una crisis estructural, una crisis de la que no podremos salir repitiendo las viejas fórmulas de crecimiento propias de la burbuja inmobiliaria. Los vacíos urbanos no son sólo una amenaza para la seguridad y la salud pública. Son, también, una oportunidad para experimentar con fórmulas innovadoras de micro-urbanismo participativo.

Los huertos urbanos son uno de los ejemplos más conocidos de reconversión y reapropiación ciudadana de este tipo de espacios. En países como Canadá, Nueva Zelanda o Estados Unidos, el llamado community Gardening ha sido históricamente valorado por sus efectos de dignificación del espacio urbano, por su capacidad de estimular relaciones sociales cooperativas y, incluso, para reforzar la autosuficiencia alimentaria de las comunidades (véase www.communitygarden.org). Un ejemplo más cercano lo encontramos en la población vecina de Terrassa, donde las entidades Cooperativa de Consumo Responsable del Ateneu Candela y el Grupo para la Protección de los Espacios Naturales En Terrassa han promovido el proyecto Plantem-nos!, una red de huertos urbanos hoy en expansión.

Más allá de los huertos urbanos, sin embargo, el abanico de posibilidades es amplísimo: los vacíos urbanos nos presentan como una oportunidad para disponer de nuevos espacios de uso ciudadano, donde desarrollar actividades deportivas, sociales, infantiles, culturales, artísticas, etc.  proyecto El Jardín de la Inocencia de Córdoba, por ejemplo, a pesar de no estar pensado específicamente para los vacíos urbanos, nos indica el potencial de este tipo de espacios para la creación artística. Proyectos como Esto no es un Solar en Zaragoza  o Ocupación y Ordenación Temporal de Solares de Sevilla nos muestran muchas otras posibilidades, como los parques infantiles o la instalación de mobiliario deportivo (porterías, canastas de baloncesto, mesas de ping-pong, skateparks …). En Barcelona, ​​está a punto de cerrarse el periodo para la presentación de propuestas ciudadanas para la utilización de espacios vacíos de titularidad municipal, en el marco del llamado Pla Buits. Algunas webs como www.viveroiniciativasciuadanas.net recogen numerosas iniciativas que ejemplifican diversas formas de reaprovechar los espacios urbanos en desuso. Además de ser propuestas participativas, todas tienen en común el hecho de ser low-cost.  

Tiene sentido plantear este tipo de iniciativas en una ciudad como Rubí? El reto nos interpela a todos, a la ciudadanía y al Ayuntamiento. La ciudadanía debe ejercer presión sobre las instituciones para permitir un aprovechamiento ciudadano de los vacíos urbanos, propondrá soluciones creativas y debe corresponsabilizarse en la implementación, la gestión y la sostenibilidad de estas soluciones. Pero el Ayuntamiento también puede y debe jugar funciones importantes, como ayudar a dibujar un mapa de vacíos urbanos en la ciudad, ofrecer cobertura legal a este tipo de actuaciones en las ordenanzas municipales, impulsar procesos participativos por reaprovechamiento de espacios y equipamientos de titularidad municipal, incentivar y negociar con los propietarios privados la cesión temporal del uso de los solares, etc.

La necesidad de espacios para desarrollar actividades no lucrativas en beneficio de la comunidad es hoy tanto o más grande que en el contexto pre-crisis. Esta necesidad es más perentoria aún en una ciudad densa como Rubí, históricamente poco generosa en cuanto a la disponibilidad de espacio público. Los espacios vacíos son un problema, pero también una oportunidad. Nos ponemos?

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